Como sabéis en Túnez no hay jamón. Hay 3.000 kilómetros de carreteras inmundas. Por la ventanilla del autobús pasan desiertos de piedra, de arena y de sal, montañas, campos de olivos, bosques húmedos, tres coches por carril y, al fondo, el mar. Cuando llegas al destino te reciben con sonrisas y bailes, te ofrecen lo poco que tienen y te cabreas pensando por qué no tienen más. Algo habrá que hacer. ¿Darles ganado? Bien. ¿Huertos? También. ¿Cursos de formación? Claro que sí. ¿Algo más? Mucho más.
Como suponéis en Túnez no hay chorizos. Sólo hay uno en Sidi Bou Said. Bonito lugar, por cierto. Si algo tiene Túnez son lugares bonitos que visitar y gentes amables que conocer. ¿Y la cooperación? Bien, gracias.
En Túnez hay queso, pero no del curado. Es un queso parecido al requesón que mezclan con miel, aceite y pan. Se me hace la boca agua de pensarlo.
También tenemos música, verdadero vehículo de comunicación en nuestras visitas. No sé como empezó esto, pero todas las noches teniamos bailes con las contrapartes. Hasta la 1 AM mínimo. Aquí bailan sobre todo los hombres, y cómo bailan! Chicas, de quedarse atónito era el tema.
Con el horario de invierno la primera llamada a la oración es a las 4 AM. Si tu albergue está a 100 metros de la mezquita y te has acostado a las 2 os aseguro que el primer salmo suena algo así como una voz desde el averno.
Aquí casi toda la comida es picante. Aunque la hayas pedido “pa picant”, ya! Ellos te dicen que sí y te ponen lo que quieren. Mi suerte es que me encanta el picante, mi desgracia sus efectos secundarios.
Vivimos en un mundo de plástico, y es una pena. En el lugar más remoto, en la playa más escondida, entre las dunas de arena y en lo alto de una palmera. En todas partes hay bolsas de plástico. En Europa vienen unos señores que trabajan de noche a recogerla y la retiran de nuestra vista. Aquí no puedes dirigir la vista al suelo sin verlo.
Coger un taxi es una aventura. También por su modo arriesgado de conducir, al menos según los cánones de la circulación en Europa. Lo cierto es que no he visto nunca un accidente con un taxi involucrado. Y mira que hay situaciones de riesgo. Aparte, dentro del taxi, todo muy entretenido. Está el taxista que te quiere enseñar francés, está el que no quiere llevarte donde tú le dijiste, está el que te invita a tu casa, está el que te cuenta que tiene un amigo en España, y un 80 % aún te felicitan por la Copa del Mundo. Estoy por decir que soy húngaro, jeje.
Como sabréis hemos estado de ruta por el país con un grupo de estudiantes del curso de cooperación. De nuevo me he encontrado con un grupo genial de personas de diferentes procedencias que han congeniado desde el minuto 1 hasta el final. A ver si no vamos a ser tan excepcionales... Por supuesto bromeo. En definitiva, lo he pasado muy bien y creo que seguiremos en contacto. Espero poder presentaros a alguno en el futuro.
En una semana vuelvo al instituto. Volveré a integrarme en un nuevo grupo de personas. Espero poder seguir contando cosas positivas.
Y el día 11 Ramadán, esa costumbre que todavía no logro entender pero que llena de alegría los rostros de la gente, y enfada a aquellos que trabajan de día. Ya os contaré qué tal este año.
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